de la incredulidad; Cristo lo hará todo o no hará nada, y la única esperanza es arrojarnos nosotros mismos sin reservas a su misericordia y confiar en Él completamente. Pablo definitivamente estaba en lo correcto. La diferencia que lo separaba de los judaizantes no era una mera sutileza teológica, sino tenía que ver con el corazón y núcleo mismo de la religión de Cristo. “Tal como soy me acogerás, perdón y alivio me darás” —eso era por lo que Pablo estaba contendiendo en Galacia—; ese himno nunca
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